martes, 20 de abril de 2010

El nuevo acelerador


En los próximos meses habrá que estar muy pendientes del nuevo gran acelerador de partículas, el LHC, porque muy probablemente nos ofrecerá sus primeros hallazgos científicos. Nadie puede anticipar qué se descubrirá ni cuándo, pero es lógico contar con que, a medida que obtengan más y más datos, los físicos descubrirán novedades en el universo subatómico.
El Gran Colisionador de Hadrones, ubicado en el Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN), en Ginebra, generó el pasado día 30 de marzo las primeras colisiones de alta energía. Haciendo chocar dos haces de protones de 3,5 teraelectronvoltios, que circulaban en sentido opuesto y a una la velocidad próxima a la de la luz, se pudo obtener una energía de 7 TeV.
Con esas colisiones, y en medio de una expectación mundial, comenzó el programa científico de un proyecto que ha tardado mucho en hacerse realidad: casi tres décadas desde que se propuso el primer concepto y 16 años desde que se aprobó su construcción. El LHC, que ha costado 6.300 millones de euros, debe alcanzar colisiones de 14 TeV, aunque para eso habrá que esperar dos o tres años.
Lejos de ser un trabajo inútil, esto es imprescindible para optimizar las estrategias de análisis ante lo nuevo que ha de llegar. A la vez, los responsables del acelerador van mejorando las características de los haces de protones para provocar más y más colisiones (600 millones de colisiones por segundo es el objetivo).
Con su longitud de 26.659 metros no puede decirse que el LHC sea el mayor acelerador que se ha construido: ocupa el mismo túnel circular que se perforó en los años setenta entre el aeropuerto de Ginebra y los montes Jura para alojar a su predecesor, el LEP. Pero, desde luego, el LHC es un acelerador más potente.
Precisión contra potencia
El LEP y el LHC son dos máquinas diferentes. Mientras que el primero colisionaba electrones contra positrones, el segundo hace chocar partículas masivas (protones). Si uno era un instrumento de precisión, el otro lo es de potencia.
Los detectores que captan los efectos de las colisiones de protones son los colosos de la ciencia y la tecnología. El detector ATLAS pesa 7.000 toneladas, mide 46 metros de largo por 25 de diámetro y está diseñado para registrar cada año una cantidad de datos equivalente a una torre de CDs de siete kilómetros de alto o 3.000 millones de libros. En el proyecto ATLAS participan 3.000 científicos e ingenieros de 37 países. Por otro lado, los responsables del detector CMS (unos 2.000) dicen con buen humor que su detector pesa como 2.500 elefantes africanos o 30 aviones Jumbo, es decir, 12.500 toneladas. Mide 21 metros de longitud, 15 de ancho y otros
15 de alto.

http://www.noticias.com/ciencia-a-la-vista-en-el-nuevo-acelerador.260384

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